viernes, 11 de marzo de 2011

El tejido de hilo y el bordado

“Los tejidos y los vestidos personalizan y diferencian a los que los llevan y sirven para saber quién es el portador de la pieza, de dónde viene,  su estado civil, su estatus social…”
Los tejidos de hilo en la región del Bío-Bío se difundieron a partir de la colonia, siendo las mujeres llegadas en un principio de España, quienes elaboraban trabajos aprendidos desde su infancia. Luego se fueron sumando los aportes de Portugal, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, etc.Los primeros tejidos en nuestra región, se dice que fueron los encajes de bolillo, malla cuadrada y crochet.
En tumbas egipcias, se encontraron bolitos y plomos unidos a una labor de encaje, prueba de que la técnica de bolillos es muy antigua. Estos encajes han sido los más universales y llegaron de Europa, junto con los conquistadores españoles y portugueses al continente americano, esparciéndose desde México al cono sur. En nuestro país fueron los italianos y alemanes quienes aportaron más antecedentes de esta bella técnica. La malla cuadrada, presumiblemente originaria de los países bajos, al igual que la mayoría de los tejidos de encaje que conocemos hoy llegó desde Europa, específicamente de España. En cuanto al crochet, el americano Annie Potter, experto en esta materia, afirmó que: "el arte moderno del crochet verdadero, como lo conocemos hoy, fue desarrollado durante el siglo XVI, donde se conocía por el nombre de cordón del crochet  en Francia y cordón de cadena en Inglaterra".
Con el tiempo, tanto nuestro país y en especial nuestra región han sufrido una adaptación de estos tejidos a nivel de técnica, diseño y material, generando una particular identidad entre ellos. Las tejedoras de bolillo comenzaron a copiar muestras ya elaboradas, sin guiarse por patrones originales o propios, como las artesanas  europeas y santiaguinas. Ellas simplemente miraban un tejido, se lo grababan en su mente, como la Sra. Rosa López, de Río Claro de Yumbel, y luego lo realizaban con el apoyo de materiales que su ingenio les dictaba. Las almohadillas  o “mundillos en España”, las rellenaban con afrecho y serrín, y los bolillos los hacían ellas mismas con palitos de colliguay o cerezo,  como en el caso de la  Sra. Carmen López, de Claro, Yumbel.
Para realizar los medallones en la red de la malla cuadrada,  afirmaban un extremo del hilo en la manilla de una puerta o en el respaldo de una silla, como lo hace la Sra. Elena Alarcón de Cobquecura, el otro extremo se enmadeja a una aguja de madera o metal.
Las guías, podían ser de palos de quila o de un lápiz de carbón, como teje la Srta. María Rivera de Rere. Los bastidores antiguos heredados de abuelas con raíces hispanas, que pertenecieron a la abuela de la  Sra. Filomena Inostroza de Rere, fueron confeccionados por los hombres de la casa. Los bordados tejidos con estos, eran producto de su propia inspiración, nos contaba la Srta. Graciela Chaparro de Arauco.
Muchas artesanas como la Sra. María Bascourt de Concepción contaban que aprendieron a tejer a crochet con un clavo grande, o con palos de espino, en el caso de la Sra. Mercedes Inostroza de  Santa. Juana.
Cada artesana colocaba a sus trabajos un sello especial, juntaban varias muestras, de las que  sacaban figuras de una y de otra, para agregarlas a una nueva. Así, las blondas, estores o cortinas, cuellos, etc., eran piezas únicas para satisfacer la gran y exigente demanda de las señoras de la ciudades de Concepción, Talcahuano, Tomé y Yumbel, entre la década del año 30 al 50, como cuentan las antiguas artesanas: “que no dábamos abasto para cumplir con tanto  pedido”.
En Cobquecura y Rere, los tejidos a bolillo y malla cuadrada aún están vigentes gracias a la constancia de antiguas artesanas, formando parte de la identidad de esos pueblos. No así en el resto de nuestra región, que han ido desapareciendo por lo complejo de la técnica, el tiempo que se emplea, el cambio de la moda o simplemente porque las artesanas buscaron otras fuentes de ingreso más solventes en casas particulares, y fabricas de las ciudades grandes.  El crochet o ganchillo, como se suele llamar ahora, en nuestra zona se ha mantenido vigente. Actualmente hay tejedoras que su especialidad son los vestidos, faldas, blusas y abrigos. Otras realizan cortinas, cobertores, cubrecamas, visillos, etc., con el fin de adornar sus casas dándoles un sello distinto, o como fuente de ingresos económicos.
Junto a los tejidos de hilo llegó el bordado, técnica tan antigua como el bolillo, se difundió especialmente en las escuelas y colegios de nuestra región. Las grandes guardadoras o curadoras de los bordados fueron las monjas, quienes lo difundieron entre sus alumnas, como ramo obligatorio. Se han conservado los puntos y nombres europeos, variando y creando nuevos diseños.
La señora Julia Chandía, profesora de piano y una excelente bordadora nos  dice: “ al bordar yo siento una alegría, un placer, algo que mis manos pueden expresar de lo que yo siento…Bordo desde que empecé a poder tomar una aguja. Mi madre fue mi profesora.
Este trabajo es un arte, porque uno lo lleva dentro de sí, nuestras manos ejecutan ese sentimiento, claro que tanto el bordado como los tejidos son obras poco reconocidas en nuestro país…hoy da lo mismo un bordado hecho a mano o a máquina, estamos en la sociedad del apuro y del descarte….
Me gustaría que la juventud se interesara por esta labor, le serviría para relajarse, aquietarse, reflexionar y soñar…. Esto es como un atrapa sueños, dejar que la mente vuele y vuele….. Me gustaría mucho que una jovencita se interesara en aprender los distintos puntos que a mí me fueron enseñados y así no perder esta belleza….
Estas reflexiones son  comunes en nuestras  artesanas, se sienten y son  portadoras  y responsables de un valioso  legado entregado por mujeres de todos los días y de todos los tiempos.
En nuestro Centro contamos con una colección de más de trescientas piezas que hemos recopilado desde al año 1977 a la fecha,  con estas técnicas y de distintas regiones de nuestro país, que generosas  mujeres por  años han atesorado y nos legaron para preservar nuestro patrimonio tangible e intangible.
* Los tejidos Mayas. Tomás Álvarez.
** Sra. Carmen Espinosa artesana en bolillo, Yumbel

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